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31/05/2018
De vez en cuando, en el bloque de noticias de economía nos encontramos con la palabra volatilidad, ya sea en una crónica sobre el repentino batacazo del Ibex o en ese breve televisivo que en veinte segundos resume las idas y venidas de las primas de riesgo por las tensiones políticas en un determinado país. Pero ¿qué significa este término?
Tiempo de lectura: 2 minutos
Volatilidad
Cuando escuchamos hablar de volatilidad solo nos quedan claras dos cosas: que viene a significar algo así como nerviosismo y que se produce en los mercados financieros.
La volatilidad es un concepto medible, cuantificable, que trata de identificar situaciones anómalas. Supongamos que las acciones de una determinada empresa nunca, en los últimos tres años, han subido o bajado de precio más de un 2% en un mismo día y, de repente, una mañana registran cambios del 30%. Cualquiera puede darse cuenta de que algo extraño está pasando con su valor de cotización.
Este ejemplo es una simplificación extrema que explica las razones por las que se calcula la volatilidad. Lo que se pretende obtener con este factor es una medida del comportamiento más o menos anómalo de los mercados. Lógicamente es un concepto mucho más complejo que abarca muchas más variables y que puede tener distintos enfoques.
Así, por ejemplo, se puede comparar la volatilidad del mercado en un día concreto respecto a su comportamiento histórico o comparar la evolución de un determinado valor cotizado o un fondo de inversión en relación a otros de las mismas características. La volatilidad se calcula para un determinado periodo de tiempo: volatilidad diaria, mensual, anual...
Por tanto, cuando el informativo dicen que el Ibex 35 ha tenido una jornada muy volátil significa que las acciones que cotizan en el índice de referencia español han cambiado de precio de forma mucho más intensa a como suelen hacerlo. Y eso no afecta a que esos cambios de precio hayan sido al alza o a la baja, sino al riesgo.
Cuando hay alta volatilidad se producen fluctuaciones muy marcadas y hay más riesgo. Quien busca buenas oportunidades a corto plazo puede intentar obtenerlas en este tipo de escenarios: comprar acciones en un momento de caída y venderlas cuando están arriba. Pero, como es lógico, es una operación muy arriesgada.
Por el contrario, cuando hay una baja volatilidad, los mercados o las acciones están comportándose como se supone que suelen hacerlo y, por tanto, es un momento de calma en el que cobran más importancia los inversores a largo plazo.
De este modo, la volatilidad se puede relacionar con el riesgo que tiene en un determinado momento un mercado o las acciones de una empresa.
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