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07/09/2016
Vuelta al cole
La vuelta al cole no es sólo para los niños. El verano trae consigo, incluso para los que disfrutaron de sus vacaciones en el lejano mes de junio y ya casi no las recuerdan, unas rutinas diferentes: se pasa más tiempo en la calle, cada fin de semana se organiza un plan distinto y las familias tienen que hacerse a una vida sin colegios. Por eso, son todos los miembros, pequeños y mayores, los que tienen que planificar el curso que se presenta por delante.
Así que se impone un periodo de reflexión y, sobre todo, de planificación. Porque no son solo los niños los que tienen que adaptarse a los horarios, sino sobre todo los mayores, que pueden sentir que les falta tiempo para llegar a todo lo que hay que hacer y que los gastos se disparan. Una serie de sencillos consejos pueden evitar que acabemos septiembre agotados y con la cuenta corriente bajo mínimos.
Las rutinas ayudan a nuestro cerebro a organizar el tiempo, a saber qué tarea hay que hacer en cada momento y de cuánto tiempo se dispone para acabarla. Cuando hay muchas cosas que hacer, lo mejor es planificarlas, porque nadie puede permitirse tener a su hijo esperando una hora a la salida de natación por culpa de una reunión que se ha alargado más de la cuenta.
El calendario semanal es la pieza básica de funcionamiento: los horarios de padres e hijos puestos por escrito, para que todos estén al tanto de si un día determinado el padre entra a trabajar a una hora distinta y si la hija pequeña tiene clases de inglés. Al final, las piezas del calendario de cada uno tienen que encajar para que nada falle.
El que se elabore ahora en septiembre servirá de base para cada semana, aunque es buena idea que cada domingo la familia lo revise para hacer los ajustes necesarios: si se tiene un viaje de trabajo o una reunión en el colegio habrá que tenerlo en cuenta.
A partir de este calendario semanal, se puede repetir el proceso con un calendario mensual e incluso anual, que incluya los periodos de vacaciones escolares, los fines de semana que se harán viajes, los festivos para los hijos que sean laborables para los padres, etcétera.
No se trata de querer tenerlo todo controlado y frustrarse si algo no sale como estaba previsto, sino de que sea herramienta útil para la familia. Una guía para solventar los imprevistos que siempre surgen.
Casi siempre, cuando llegan estas fechas, se recuerdan los gastos que una familia tiene que afrontar en septiembre: material escolar, ropa nueva, libros de texto... El lote completo habitual de cualquier niño que vaya al colegio. Es un gasto importante para la economía doméstica, pero no tiene por qué suponer ningún quebradero de cabeza si también en este campo hemos planificado bien.
Si se hace cada año una previsión de los ingresos y los gastos mes a mes, será más fácil organizarse y anticipar con qué fondos contaremos en cada momento para qué tipo de gastos. Septiembre es tan buen mes para empezar como enero. En realidad, lo idóneo es hacer un doble trabajo: primero unos presupuestos y luego, periódicamente, un seguimiento de su grado de cumplimiento.
De ese modo, tal vez seamos más conscientes al momento de administrarnos en estas vacaciones si no queremos encontrarnos con un roto en septiembre.
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