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08/02/2016
“Cuando trajo el segundo camión estábamos esperando en la ventana del salón para verlo llegar”. Ese recuerdo es un punto de partida personal, pero el orgullo de la tradición familiar de la empresa Hilario Cabezón Díez (dedicada a transportes, containers y vertedero industrial) brota cuando se observa los logros alcanzados: “Que te conozcan en el sector y que te respeten. Poder vivir de algo tuyo, de tu trabajo, con un servicio de calidad”.
Celeste Cabezón, junto a su hermano, continúa el legado de sus padres: “Mi madre también ha estado involucrada y nos han enseñado, a mi hermano y a mí, que hay que trabajar duro, no hay que rendirse y hay que esforzarse mucho”. Ese sacrificio es importante, pero no suficiente: “Si no eres honrado y no tienes cabeza para llevarlo, puedes trabajar mucho pero no vas a conseguir llegar a donde hemos llegado”.
Donde han llegado es a abrir una planta de separación y recuperación de residuos, un vertedero industrial de gran capacidad adaptado a las necesidades del sector. Y lo han hecho pese a la mala coyuntura: “La crisis del ladrillo se ha notado muchísimo. Pero nos hemos mantenido porque la empresa estaba bien y hemos buscado otros medios”.
De cara al futuro la apuesta pasa por mantener lo que se está haciendo bien y corregir lo que no funciona, aunque eso suponga que la jornada se alargue más de la cuenta: “Quieras o no siempre te llevas cosas a casa –señala Cabezón-. Siempre estás pensando cómo mejorar algo, cómo resolver el problema de algún cliente”.
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