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14/04/2016
Después del repaso que hicimos sobre las cuentas y los depósitos y sus características, le toca el turno a los fondos de inversión. Entremos en materia:
A veces se confunden los fondos de inversión, con los fondos de pensiones. Se parecen, porque ambos instrumentos son patrimonios formados por la suma de las aportaciones realizadas por un grupo de ahorradores, llamados partícipes, que se invierten de forma colectiva en determinados activos financieros.
Los fondos de pensiones canalizan la actividad de los planes de pensiones, que pueden estar abiertos a todos los clientes (sistema individual) o solo para determinados colectivos (sistema de empleo o asociado) y tienen un objetivo finalista, fundamentalmente cubrir la situación de jubilación y, adicionalmente, otras como la incapacidad, la dependencia y el fallecimiento.
Los fondos de inversión están abiertos a todo tipo de clientes bancarios y son también un instrumento de ahorro, aunque no van conceptual ni obligatoriamente unidos a la cobertura de las situaciones mencionadas anteriormente.
Además de los citados partícipes, en el fondo hay una entidad gestora, que es la encargada de invertir el dinero de los partícipes para rentabilizar sus aportaciones y, de esa forma, conseguir una rentabilidad mayor que la que se obtendría al invertir de manera individual. También existe la figura de la entidad depositaria: custodia el patrimonio del fondo (valores, efectivo) y realiza funciones de control sobre la actividad de la entidad gestora en beneficio de los partícipes.
Hay una enorme variedad de fondos. Están divididos en muchas categorías distintas para responder a los intereses de diferentes tipos de inversores. Dependiendo del tipo de mercados en los que opere y la clase de activos que compre pertenecerá a una u otra categoría. Los hay que compran deuda pública (fondos de renta fija), o acciones (de renta variable), o bienes inmuebles (fondos inmobiliarios), o participaciones en otros fondos (fondos de fondos), etcétera.
Lo importante es fijarse bien en cuál es su política de inversión y asegurarse de entender perfectamente en qué consiste. Esa política de inversión es la que marca los límites en los que operará la entidad gestora. Una comparación: el novato que se está sacando el carné, el conductor profesional de un taxi y el piloto de fórmula uno tienen en común que conducen un coche. Pero para cada uno rigen unas normas distintas porque sus necesidades son diferentes. La política de inversión fijada en el folleto indica qué clase de vehículo es un fondo y cuáles son las características que le permitirán rodar bajo unas condiciones u otras.
Tres claves para responder de manera sencilla sobre el nivel de riesgo de los fondos de inversión:
En cualquier caso, conocer el producto y asegurarse de que concuerda exactamente con lo que uno está buscando es la mejor manera de asumir el riesgo que se quiere tomar. Preguntar y aclarar dudas antes de tomar ninguna decisión. Y descartar cualquier operación que no se entienda a la perfección. Pedir aclaraciones, meditar y decidir.
La virtud que tiene un fondo de inversión es que, gracias al volumen de capital acumulado, los beneficios que se obtienen son más altos que si se invirtiese individualmente. Se trata, en definitiva, de invertir como los grandes: mucho dinero junto, gestionado profesionalmente, para obtener los mayores beneficios posibles dentro del margen de movimientos que tiene el fondo, en función de su política de inversión. Otra ventaja es que el cliente puede modificar su nivel de riesgo cambiando su inversión de un fondo a otro sin ningún coste fiscal.
Si tienes más preguntas, Bankia dispone de una guía de Fondos de Inversión que responde las dudas sobre la fiscalidad, el valor liquidativo, la ampliación de la inversión y muchas cosas más. También puedes dirigirte a cualquiera de sus oficinas para recibir más información al respecto.
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